viernes, 31 de enero de 2014

¿Con o sin?

Con alcohol o sin alcohol, con azúcar o sin azúcar, con condón o sin condón....que va, que va, que nos despistamos, me refiero al hecho de correr con música o sin música. En mi caso, depende del entorno por el que salga a entrenar. Cuando me alejo de la ciudad y me pierdo por algún camino, sendero o pista forestal nunca llevo música, me gusta escuchar el impacto de las zapatillas contra el suelo, el sonido del viento meciendo las ramas de los árboles, el crujir de las ramas secas o el sonido emitido por algún animal; hay pocas cosas que puedan compararse a esa sensación cuando corres en plena naturaleza.
Cuando entreno en el casco urbano la mayoría de las veces lo hago en los caminos de tierra que hay en el entorno del Rivillas y el Calamón, dos pequeños arroyos de Badajoz que apenas llevan agua pero de infausto recuerdo para todos los pacenses, pues fueron los trágicos protagonistas de las inundaciones de Cerro de Reyes, llevándose varias vidas por delante. Podríamos decir, salvando las distancias, que el Rivillas y el Calamón son a Badajoz como Central Park a Nueva York, no por la superficie que ocupa ni por ser el pulmón de la ciudad, sino por ser punto de encuentro entre los "runners" pacenses. Como decía, cuando voy al citado parque siempre llevo música, pues al contrario de lo que me ocurre en el campo, me molesta el ruido del tráfico, me molestan los gritos de los niños, me molestan los ladridos de los perros, etc.,  y en este caso la música me sirve para protegerme del entorno y encerrarme en mí mismo, los que me conocéis sabéis que mi lado antisocial está bastante desarrollado. Estos días son los que utilizo para hacer "entrenos de calidad", pues la música (al menos la que yo escucho) y las tiradas tranquilas no son buenas compañeras de viaje. Esta tarde ha sido uno de esos días, tras el obligado ratito de sofá post-comida he salido a la calle, y una vez realizado el obligatorio calentamiento la explosión de adrenalina ha venido provocada por "Wake up" de Rage Against The Machine, para continuar con "Crazy, crazy nights" de Kiss, "Poison" de Alice Cooper  y otro clasicazo como "Hold the line" de Toto. A mitad de camino, cuando el ritmo amagaba con volverse un pelín más cansino se ha visto azuzado por "Jump" de Van Halen, "Runaway" de Bon Jovi, "Do you want to" de Franz Ferdinand y "Futuro para mí" de Leize (joder, qué recuerdos...). El regreso ha sido como un cohete al ritmo del doble bombo de "De espaldas al mundo" de Boikot  y cuando el cansacio asomó su faz al vislumbrar el kilómetro y medio de cuesta que separa la N-V de casa, nada como "Feuer Frei" de los germanos Rammstein para poner el fin de fiesta.
Si no corres con eso más vale dedicarse a otra cosa.

Nos vemos corriendo.

miércoles, 29 de enero de 2014

Correr para ser libre

Ante todo coherencia. Tomo prestado el título de un libro que, a pesar de lo que pueda parecer, no habla solamente del hecho de correr, para crear un blog que, a pesar de su nombre, tampoco tratará solamente del hecho de correr. "La soledad del corredor de fondo" es una obra maestra de la literatura que me recomendó mi primo y amigo José Leo hace unos años y que he vuelto a leer en varias ocasiones, pues es de esas novelas a las que es necesario volver de vez en cuando. No se trata de una novela de atletismo, sino que versa sobre la condición humana, narra una historia en la que el protagonista se enfrenta a un futuro poco prometedor y se ve obligado a subsistir, pero incluso en momentos de extrema dificultad, antepone sus principios al éxito a cualquier precio. En un contexto social como el que nos está tocando vivir creo que es una novela de lectura obligada, no solamente por el disfrute personal de la lectura en sí, sino por lo que tiene de ejemplo a seguir para una sociedad descarriada y sin rumbo. No deja de ser una perfecta metáfora del atletismo de fondo, al fin y al cabo, la carrera de fondo es la antítesis del éxito inmediato, es la paciencia, el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio, la planificación para conseguir los objetivos, pero siempre con una línea maestra que no debemos olvidar: el disfrute. Si no, de nada serviría. No se me ocurría un título más adecuado ni más coherente para comenzar a construir esta pequeña historia.

Hola a tod@s, que no he dicho nada.