domingo, 30 de marzo de 2014

Un entreno diferente

El objetivo aún lejano
Hace algún tiempo que me rondaba por la cabeza la idea de subir corriendo a algunos de los muchos castillos que pueblan el territorio extremeño. Aprovechando que pasaba el fin de semana en mi pueblo, La Haba, decidí empezar por el más cercano. Así que esta mañana, a eso de las 11:00 comenzó mi rodaje dominical que hoy sería menos llano de lo habitual y tendría un objetivo concreto: Llegar hasta el Castillo de Magacela. He hecho esa subida andando, en bicicleta y también corriendo, pues el pasado mes de agosto tomé parte en la III Milla vertical Guerrero de Magacela, con salida en la parte baja del pueblo y llegada en la misma entrada del castillo, que hace las veces de arco de meta. Pero hoy sería diferente, saldría desde La Haba con intención de acceder a la cima por la cara sur de la sierra. Cuando llevo recorrido apenas un kilómetro surge el primer contratiempo; un barrizal inmenso imposible de rodear por mucho que me aparte del camino. En estas escucho el ruido de un tractor unos metros detrás de mí y alguien que me grita, me giro y veo a un vecino del pueblo que me hace gestos para que me espere y, cuando llega a mi altura me dice que suba, que no voy a poder pasar; y de buenas a primeras me veo de pie en el lateral del tractor, sujeto a una de las agarraderas mientras recorremos más de 150 metros de lodazal imposibles de superar de otro modo. Después de esta "asistencia en carrera" sigo con el itinerario previsto convencido de haber superado el principal obstáculo que me encontraría. Una vez que atravieso la carretera EX-345 que une La Haba con Quintana de la Serena el camino pica hacia arriba de forma suave pero progresiva. En esa zona no hay charcos pero el terreno está bastante blando y noto como los tacos de la zapatilla se van hundiendo en el barro evitando que las zancadas sean ágiles e impidiéndome llevar el ritmo que quiero. Noto cada vez mas pesadas las piernas y tengo la sensación de que llevo lastres que me impiden avanzar rápido, miro hacia abajo y...bingo !! Ahí están mis zapatillas rodeadas por un considerable tomo de barro, piedrecitas y ramas secas que hace que hayan perdido toda capacidad de tracción.
Mis Mizuno Wave Ascend y su "manía" de recoger
todo lo que encuentran a su paso.
Me paro y las limpio como puedo con la ayuda de un palo que encuentro e intento seguir adelante. A los pocos metros la situación vuelve a repetirse y tengo que parar de nuevo para volver a la "operación limpieza". Mismo procedimiento y mismos resultados. El sendero que conduce hasta la ladera del castillo es todo igual, terreno muy arcilloso, así que es absurdo seguir avanzando porque cada 30 o 40 metros será necesario parar a quitar barro de la suela. Así que decido emprender un recorrido alternativo, me aparto del sendero e intento cruzar a través de un olivar. El improvisado "plan b" es aún peor, las lluvias de los últimos días han hecho que el terreno esté impracticable, así que, sintiéndolo mucho, creo que lo más razonable es dejar la ascensión al castillo para otro día. Vuelvo sobre mis pasos para buscar un camino que desemboca en la carretera que une Magacela con La Haba, limpio las zapatillas por enésima vez y emprendo el regreso hacia La Haba realizando casi 5 kilómetros por carretera con zapatillas de trail, eso sí, con un extra de amortiguación en forma de arcilla. Así que lo que prometía ser una dominical mañana de trailrunning puro y duro desembocó en una tirada de 45 minutos sobre pistas de tierra, hierba, charcos, barro, asfalto, cemento y hasta un tramo neutralizado a bordo de un tractor. ¿Es o no es un entrenamiento alternativo?

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