jueves, 8 de mayo de 2014

Una de minimalismo

Hace unos días leí un artículo sobre material deportivo, en concreto, sobre zapatillas de running, en el que se analizaban distintos tipos de zapatillas según su uso y el perfil de corredor al que iban destinadas. A la hora de centrarse en las zapatillas minimalistas el autor del artículo venía a decir algo así como que se trataba de un "invento de algunas marcas para vender y que por inventar, habían inventado incluso una forma de correr (natural running)".  No es la primera vez que leo o escucho comentarios en esa línea, y es que esta tendencia nacida en EE.UU. hace unos años, tiene más detractores que seguidores a este lado del Atlántico. Yo no soy un minimalista al uso, pero es cierto que me molestan ciertas opiniones que no son constructivas y que, sencillamente, debido al desconocimiento o a la falta de respeto hacia otras formas de pensar o actuar, solamente se centran en desprestigiar todo aquello con lo que no se comulga. A grandes rasgos, el minimalismo es una filosofía de vida que pone el énfasis en centrarse en lo importante y descartar todo lo superfluo o innecesario. Se trata de una corriente vital que nace en contraposición al consumismo desmedido y a la idea de que la felicidad se centra en la posesión de bienes materiales. Cuando hablamos de running, el calzado minimalista es aquel que elimina lo accesorio o innecesario y se centra en lo importante. Se trata de un calzado de peso más reducido que el convencional al estar menos amortiguado. Esta "falta de amortiguación" es necesario compensarla con una técnica de carrera distinta, de tal forma que el impacto de nuestra zancada en el suelo se realiza con la zona del mediopie en lugar de con el talón. Eso es a lo que el autor del artículo se refería con "inventarse una forma de correr".
Anton Krupicka, uno de los más fieles seguidores
del minimalismo
Esta tendencia está especialmente extendida entre los corredores de montaña, y cada vez son más los que se han interesado por el "barefoot" o "minimal running". Creo que este hecho es bastante lógico, pues cuando se cambia el asfalto por el sendero se hace para buscar nuevas sensaciones, y esas sensaciones comienzan en la propia superficie de contacto, de ahí que, cada vez sea más común ver a corredores a los que nos gusta "sentir" el terreno por donde pisamos. En el fondo se trata de no depender tanto de la ayuda artificial (en este caso la amortiguación) y enseñar a nuestro cuerpo a utilizar todos sus recursos, como aprender a correr de forma más segura y eficiente. Algo parecido ocurre con el uso de artilugios y tecnología que te ayudan en esto de dar zancadas, no se trata de renegar de todo aquello que nos hace la vida más fácil ni negar su utilidad, pero un uso abusivo de todo ello conduce inevitablemente a la pérdida de habilidades. De ahí que, frente a una zapatilla voluminosa y superamortiguada, optemos por practicar una forma más eficiente de correr; frente al uso de un pulsómetro que nos de un pitido cuando lleguemos a 180 pulsaciones, optemos por enseñar al cuerpo a regularse y controlar el ritmo; frente a depender de un gps que te marque cada kilómetro con una señal acústica y te marque el ritmo de paso, siempre podemos entrenar para mantener el ritmo y calcular la distancia sin ayuda externa. Coincido con el gran Kilian Jornet: "Los seres humanos, como material físico, estamos muy mal diseñados, el chasis no es lo más logrado, nos salva el cerebro", así que, ¿por qué no abusar de él? Es simplemente otra forma de disfrutar del running, adentrarse en la naturaleza sin artificios, con lo mínimo posible, y procurando que nuestra huella apenas se note. 

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