martes, 17 de marzo de 2015

Crónica I Carrera de Montaña Sierra de Montánchez y Tamuja

Domingo, 15 de marzo. 8:55 de la mañana. Última revisión. Todo en orden: geles, protección solar, portadorsales, que no se escape ningún detalle. Cierro la puerta del garaje y pongo rumbo hacia Arroyomolinos de Montánchez para afrontar la primera edición de esta carrera de montaña que estoy convencido que ha llegado para quedarse y que va a convertirse en cita obligada en el calendario. Conduciendo por la EX-A2 en dirección a Miajadas se puede apreciar la Sierra de Montánchez, las antenas que la coronan, y a las que dentro de un rato tocaría enfrentarse...uf, subidón de adrenalina mientras en la radio del coche suena "I wanna be somebody" de W.A.S.P, dicen que la música amansa a las fieras...todo depende del tipo de música y de la fiera en cuestión. En mi caso no funciona. 
Salida
A las 9:40 llego a Arroyomolinos y tras dejar el coche en el parking habilitado a la entrada del pueblo, en el polideportivo municipal, me dirijo a la salida para recoger el dorsal. El ambiente es muy bueno, como suele ser habitual, y el día acompañaría, si bien a esa hora la temperatura aún era baja. Me encuentro con Víctor Rodríguez, del Villanueva corre...y mucho, con el que hice el recorrido de la carrera hace un par de meses  y me comenta que no está bien porque ha pasado algún problemilla de salud, al final acabó tercero de la general, un auténtico crack. Me dirijo a cambiarme, caliento un poco, pues sobraría tiempo de entrar en calor, y de nuevo a la línea de salida. Con un pelín de retraso sobre la hora prevista comienza la fiesta. Bocinazo de salida y tras unos metros callejeando por Arroyomolinos giro a la izquierda para salir de la población y a divertirse. Tras unos primeros metros por un camino con suficiente anchura y que sirve para que cada uno nos vayamos ubicando, el recorrido comienza a endurecerse y a anunciar lo que vendría después. El camino no tarda mucho en convertirse en un bonito sendero que serpentea por la parte umbría de la sierra para ir ganando altura poco a poco. A pesar del poco tiempo que ha transcurrido, la carrera ya va totalmente rota, y la serpiente multicolor que va ascendiendo a lo largo del sendero cada vez está más fragmentada, y la prueba va colocando a cada uno en su sitio.
Primer avituallamiento
Yo me sitúo en medio de un grupo formado por quince corredores, y que a medida que vamos subiendo va perdiendo unidades. Tras superar una primera zona con desniveles bastante exigentes el sendero gira hacia la derecha y atraviesa un espectacular mirador natural desde el que puede contemplarse una extraordinaria vista de Arroyomolinos. Ahora toca bajar, se trata de la primera gran bajada del día, y la menos técnica. En ese momento, el grupo de quince se ha convertido en un grupo de siete, y, lógicamente, paso de estar en medio a ser la cola de grupo, por lo que me hago a la idea de que voy a ser el siguiente damnificado. La bajada nos lleva al primer avituallamiento, donde además de los voluntarios se habían dado cita un buen número de senderistas que se volcaron dando ánimos a los corredores. Paro a beber y a tomarme el primer gel y esos veinte segundos son suficientes para que pierda definitivamente contacto con el grupo, tarde o temprano tenía que ocurrir. A partir de ese momento la sensación es indescriptible, en soledad y sumergido en el silencio, tengo la sensación de estar haciendo uno de mis entrenamientos en lugar de tomando parte en una concurrida carrera.
Cerca de la cima
Así paso un buen rato hasta que llego al siguiente avituallamiento, donde vuelvo a retomar el contacto humano y junto a un corredor cacereño me dispongo a afrontar las rampas más duras de la carrera, a partir de ese momento y durante bastante rato, tocaría andar. Tras superar esas durísimas rampas por fin se ven las antenas, y aunque aún queda un buen tramo de dureza hasta coronar los casi mil metros de altitud, al menos el terreno da un respiro y en esta zona se puede correr a ratos. Una vez alcanzado el punto más alto de la prueba y tras salvar un estrecho paso en la roca perfectamente señalizado por dos voluntarios comienza la primera parte del descenso, una zona con cierta dificultad técnica pero nada comparable a las dos que aún quedaban por superar. Procurando no levantar mucho la vista del suelo y extremando la precaución, en una de estas veo al amigo José María Díaz encaramado en una roca y cámara en mano, apenas tengo tiempo de saludarle y me pierdo sierra abajo mientras sorteo rocas y matorral a través de un "sendero" que es más fruto de mi imaginación y que de no ser por la excelente señalización y el gran número de balizas hubiese sido imposible de seguir. Tras una zona de falso llano y un pequeño repecho nos sumergimos (en plural, pues de nuevo corro acompañado) en la primera gran bajada del día, el sendero de piedras cubierto de hojas secas cuya peligrosidad aún tenía fresca en la memoria tras el entreno realizado en el mes de enero.
Todo lo que sube...baja
Extremando la precaución bajo todo lo deprisa que mi responsabilidad y mis tobillos me permiten, y tras varios giros a derecha e izquierda, y sin despegar la vista del suelo, cuando después de un buen rato levanto la mirada, me doy cuenta de que estoy en el casco urbano de Montánchez. Parada de algo más de un minuto en el avituallamiento situado en el parque, ingesta de gel, agua y gominolas, algo de charla con un par de "damnificados" que estaban esperando a que les atendiesen y vuelta a las zancadas. Tras un rato de callejeo por Montánchez, abandono el pueblo hacia un camino en muy buen estado, km. 15, dos horas de carrera, ya solo queda la traca final: La peligrosa y eterna bajada que nos conducirá de nuevo hacia Arroyomolinos, especialmente con dos kilómetros (del 17 al 19) de los que quitan el hipo. Eso sí, tan peligrosa como alucinante. Tras un buen rato jugándonos el físico mientras serpenteamos y dando gracias por la ausencia de lluvia de las últimas semanas, nos lanzamos por una roca que pone fin a la bajada y tras girar a la izquierda afrontamos la última subida de la carrera, la que nos llevará al último avituallamiento donde un grupo de siete u ocho voluntarios siguen alentando a los corredores. Esto ya está hecho, tras salvar una pequeña zona de piedras sueltas, giro a la derecha y entrada en Arroyomolinos, ya se escucha la megafonía aunque la meta aún no se ve, y en ese momento mis maltrechas piernas parece que vuelven a la vida, los gemelos que hace un rato se habían subido obligándome a parar están como nuevos, última curva, escucho mi nombre por la megafonía y paro el crono en 2:47. Hacía mucho que, a pesar de la dureza, no disfrutaba tanto en una carrera. Gracias a Diego, a José María y al resto de fotógraf@s por las fotos que ilustran esta entrada y que os tomo prestadas.
Misión cumplida

Como viene siendo habitual en el circuito FEXME, un diez para la organización de la carrera, el trabajo de los voluntarios espectacular, la señalización perfecta, el recorrido....no tengo palabras para describirlo. Tengo el presentimiento de que he corrido la primera edición de la que va a convertirse en una carrera clásica en los próximos años, el tiempo lo dirá, y eso será gracias a mucha gente que durante meses ha dedicado mucho tiempo y esfuerzo para que esto haya salido así de bien.Voluntari@s, FEXME, Mancomunidad Sierra de Montánchez y Tamuja y también el gran José María Díaz, gran corredor y mejor persona, que me consta que ha sido parte muy importante en este éxito.

Gracias. Nos vemos corriendo. 

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