lunes, 30 de noviembre de 2015

VI Subida a los Campanarios

Llegó el otoño, llegó noviembre, y, como cada año, el último fin de semana de noviembre llegó el broche de oro al Otoño Mágico del Ambroz, la Subida a los Campanarios. Esta carrera no es ni la más dura, ni la más larga, ni la más exigente de cuantas componen el circuito FEXME, pero el entorno en el que tiene lugar hace que sea una cita obligada en el calendario y que, en cuanto cruzas la meta pienses, tal y como suelen decir l@s pamplones@s cuando termina San Fermín, ya queda un día menos para la VII Subida a los Campanarios.
Perfil de la carrera
Para que la carrera fuese perfecta y no faltase de nada, el tiempo se unió a la fiesta, amaneció un día espectacular, sol, ausencia de viento y una temperatura bastante agradable, ya que el frío de primera hora de la mañana enseguida se vio derrotado por los rayos del sol y por el calor que provocaba el esfuerzo de la continua subida hasta el Collado de Piedras Labradas, punto más alto de la carrera. También me gustaría destacar el nivel deportivo de esta prueba, que cada año gana en calidad, lo cuál queda reflejado echando un vistazo a los podiums de ayer, sobre todo en categoría femenina, con victoria de Mercedes Pila, dominadora de las Races Trail Running a nivel nacional, seguida por Andrea Gil y la ex-ciclista profesional Dori Ruano, ahí es nada. En categoría masculina volvió a repetir victoria el salmantino Álvaro García Hernández parando el crono en 1:07. A las 8:00 de la mañana poníamos rumbo desde Badajoz hacia Casas del Monte mi compañero de club Guillermo Guevara, que afrontaba su primera carrera de montaña, Ariel, amigo de la AACB y yo. Tras casi dos horas de viaje se repite el ritual habitual en estos eventos:
Foto de familia
Recogida de dorsales, fotos, saludos, charla, ligero calentamiento y al control de dorsales. La salida estaba prevista a las 11:00 de la mañana, pero se produjo con casi media hora de retraso por cuestiones que desconozco. En esta edición y tras un cambio de última hora, la salida sería en ascenso y el recorrido aumentó en varios cientos de metros, por lo que este año la distancia total a recorrer superaba los 15 kilómetros. Me tomo la salida con bastante calma, y hasta que no acaba el tramo urbano y cambiamos el cemento de las calles de Casas del Monte por la tierra de los caminos no empiezo a ganar posiciones. Como siempre, corro para disfrutar, sin ningún objetivo concreto, si bien tenía intención de bajar si era posible mi marca de 1:38 en la edición del año anterior. Poco a poco la carrera va rompiéndose durante la subida, y a la vez que pasan los kilómetros voy disfrutando del entorno y de las vistas que el recorrido nos ofrece. Justo antes del primer avituallamiento, primer contratiempo del día: Un chico que estaba disputando la prueba corta se ha despistado y se da cuenta en ese momento que está haciendo el recorrido equivocado, le animo a seguir pero se tira al suelo y empieza a llorar porque iba segundo en la corta y tenía muchas ilusiones en la carrera.
Salida
Así que me paro, trato de animarle, le ayudo a levantarse y le acompaño hasta el avituallamiento donde finalmente y con los ánimos de los voluntarios y otros corredores conseguimos convencerlo para que siga corriendo y haga la prueba larga. Tras este parón continúo la subida a buen ritmo, y a pesar de que me encuentro bastante bien prefiero no forzar y no correr el riesgo de pagarlo más adelante. Tras salvar un par de gargantas que este año iban prácticamente secas debido a la ausencia de lluvias, escucho los ánimos de varios voluntarios y aficionados que están justo antes del segundo avituallamiento, situado en el km.7,3 en Piedras Labradas, miro de reojo el crono: 51 minutos, el año pasado coroné en una hora, la cosa marcha bien. Breve parada para beber y coger alguna gominola y a por la bajada. Las zonas más técnicas están completamente secas, con lo cuál y a diferencia del año anterior, se podía arriesgar un poco más sin miedo a resbalarse.
Inicio del descenso
 Tras algo más de un kilómetro de bajada llega el segundo contratiempo del día: Voy encabezando un grupo de tres corredores en una zona en la que los árboles prácticamente cierran el sendero, veo una gran rama que cruza de derecha a izquierda a la altura de los ojos, me agacho para salvarla y un par de segundos después escucho un golpe seco y un grito, me giro y veo que uno de mis compañeros de bajada no ha tenido tanta suerte, así que vuelvo sobre mis propios pasos y me intereso por su estado, está tumbado, asustado y aturdido, pues el golpe ha sido en la cabeza, así que le ayudo a retirarse del sendero y a sentarse y estoy un rato con él para asegurarme de que está bien, tras lo cuál me dice que se encuentra mejor, que siga, que en un rato seguirá bajando él también. Así que continúo mi carrera, aún así, cuando veo al siguiente voluntario paro y le comento lo sucedido por si finalmente el compañero no pudiese seguir y necesitase ser evacuado. Tras superar la última zona técnica de bajada, el recorrido nos lleva a través de la pista de Jarilla y giramos a la derecha, Casas del Monte ya hace rato que se ve abajo y cada vez más cerca.
Alicia y Guille
Tras una breve parada en el tercer avituallamiento intento forzar el ritmo en esa zona llana, pues el último kilómetro pica hacia arriba y resultará duro. Acaba el camino, bajamos por una pista de cemento, giro a la derecha y vuelta al casco urbano de Casas del Monte. Tras un breve tramo de callejeo volvemos a la Plaza de los Morales: gritos de ánimo, fotos, niños que esperan en la recta de meta para chocarte la mano, el crono marca 1:40, las sensaciones son buenas, y el Otoño Mágico que pone punto y final. Pobre de mí.

Como de costumbre, carrera muy bien organizada, buena señalización, buen ambiente en meta y un trabajo espectacular de l@s voluntari@s. En lo personal bastante contento, sobre todo después de lo que sufrí en la Subida al Castillo de Portezuelo hace tres semanas, siempre es una buena noticia ir recuperando sensaciones poco a poco. Próxima cita: 17 de enero, I trail de Zafra.

Nos vemos corriendo.

lunes, 9 de noviembre de 2015

IX Subida al Castillo de Portezuelo

Cinco meses y un día. No es una condena. Es el tiempo que ha transcurrido desde que se disputó la Pencona en Aldeanueva de la Vera, es el tiempo que hacía que no me ponía un dorsal. Tras esa "eternidad" y con muy pocos entrenos en las piernas, con un estado físico mucho peor del que me gustaría y del que suelo tener a estas alturas del año, tocaba hacer acto de presencia en Portezuelo para afrontar la IX Subida a su castillo.
Perfil de la carrera
Nunca había hecho esta carrera y la tenía marcada en el calendario desde hacía tiempo. Portezuelo es una pequeña localidad de la provincia de Cáceres que, en días como ayer, recuerda especialmente a la aldea donde viven los irreductibles galos de las historietas de Astérix y Obélix; ¿por qué digo esto? Pues porque en un día en el que tenía lugar la Media Maratón Elvas-Badajoz, con alrededor de 1.800 inscritos, en Portezuelo nos dábamos cita con la montaña en torno a 170 corredores entre las dos distancias, y algunos más si incluimos la ruta senderista y las pruebas JUDEX. El caso es que allí estábamos ese puñado de irreductibles galos, desafiantes con la corriente mayoritaria, dispuestos a hacer la guerra por nuestra cuenta y sin importar la coincidencia de fechas entre ambos eventos. A las 12:00 estaba prevista la salida de la IX Subida al Castillo de Portezuelo, la prueba reina de cuantas se celebraban en el día de ayer.
Bocinazo y a correr. Foto: Loli Sanz
La hora hubiese sido perfecta para cualquier día de un noviembre "normal", pero ayer a esa hora la temperatura ya superaba los 23 grados, y el calor pasaría factura durante el recorrido. Tras la cuenta atrás coreada por la "speaker" con el acompañamiento del público que se daba cita en el arco de salida, suena el habitual bocinazo y a correr. Tras un primer tramo por caminos alrededor del pueblo, la carrera comienza a alejarse y llegan las primeras cuestas, bastante suaves y que permiten correr sin ningún problema. Hasta el kilómetro ocho de carrera me encuentro bastante cómodo, y a pesar de no forzar el ritmo en ningún momento, me ubico en posiciones más adelantadas de las que me esperaba. Hasta ese momento el recorrido es puro trail, y se puede correr a muy buen ritmo sin ningún problema. Tras culminar la segunda subida del día y afrontar el descenso más largo, que nos llevaría desde el kilómetro 9 al 12, empiezo a notar que las fuerzas quizá van a abandonarme antes de lo que pensaba y que la carrera a partir de ese momento no iba a resultar tan cómoda. Así que paro en el segundo avituallamiento, me hidrato bien, cojo un plátano y algunas gominolas, y me dispongo a afrontar la tercera subida del día, una zona de cresta espectacular, en la que había que ayudarse de las manos para subir y alcanzar la cima, habitual territorio de los buitres. Si la subida fue dura, que decir de la bajada, bastante técnica y muy peligrosa, ya que se realiza por la zona de umbría de la sierra, aún muy húmeda y embarrada a consecuencia de las últimas lluvias. Al final de la bajada ya nos encontramos de nuevo en el casco urbano de Portezuelo, lo cuál no quiere decir que la carrera hubiese terminado...ni mucho menos.
Maravillosa cresta. Foto: Carlos Alcalá
Poco antes del kilómetro 15 tocaba enfrentarse a la penúltima subida, en mi opinión la más dura de la carrera, y tocaba hacerlo con las fuerzas muy justas y los cuádriceps en un estado lamentable como consecuencia de la última bajada. En ese momento el depósito está completamente vacío, así que tras blasfemar en voz alta y acordarme del árbol genealógico de algún miembro de la organización, comienzo a subir con mucha dificultad y agarrándome a las ramas de los árboles, negros debido al último incendio que sufrió esa zona. La subida es de las que quitan el hipo, y se podía ver una hilera de corredores que se asemejaban a zombies intentado llegar a una cima que parecía cada vez más lejana. Tras coronar afrontamos el último descenso del día, viendo la pendiente lo más razonable hubiese sido echarse a rodar, pero como el estilo también cuenta, intento mantener ese puntito de "gentleman" que me caracteriza incluso en esas circunstancias. Una vez abajo y, tras unos trescientos metros de zona llana en la que tengo que parar porque se me habían subido los gemelos, cruzo la carretera y a por la subida definitiva, la que me llevaría al Castillo de Marmionda. Imposible hacerla corriendo en el estado en que me encontraba, tocaba subir andando y entrar en el castillo a través de un arco de meta especial, que habrá sido cruzado por mucha gente a lo largo de los siglos que lleva en pie, seguro que la mayoría lo hicieron en mejor estado de lo que lo hice yo.
Misión cumplida. Foto: Loli Sanz

En resumen, carrera espectacular pero muy dura, y que a mí se me hizo durísima debido a la falta de preparación, pero bueno, lo importante en días como ayer es terminar y hacerlo sin ningún percance. Por lo demás, muy bien organizada y muy bien señalizada, con un pueblo volcado y muy animoso con los corredores, lo cuál se agradece y mucho. Aquellos que no hicieron acto de presencia se perdieron disfrutar del compañerismo y la hospitalidad característica de la "aldea gala", y es que ya lo decía Obélix: "Estos romanos están locos".

Nos vemos corriendo.

Más en twitter: @wildwildtrail