miércoles, 7 de junio de 2017

III Mini Pencona. Aldeanueva de la Vera

Como viene siendo habitual cada final de mayo o principios de junio, Aldeanueva de la Vera se convierte por un fin de semana en el foco de atención en lo que a carreras de montaña en Extremadura se refiere. Cómo también viene siendo habitual, y debido a la distancia que separa Badajoz de la comarca de La Vera, este año volvimos a optar por viajar el sábado por la tarde y pasar la noche en Losar de la Vera, pues en Aldeanueva fue imposible encontrar alojamiento.
Recorrido y perfil de la carrera
Este año afrontaba mi tercera participación en la prueba corta, pues por unas circunstancias o por otras, tampoco en esta ocasión llegaba en un estado de forma que me permitiera afrontar la prueba de 29 kilómetros, reto que se me sigue resistiendo pero que confío en afrontar algún año. Tras la habitual liturgia de saludos, reencuentros y fotos que se repite antes de cada carrera, poco después de las diez de la mañana tiene lugar la salida de la prueba corta, la "Mini Pencona". Ya durante el calentamiento, la sensación de calor y humedad era notable, y cuando doy las primeras zancadas ya voy empapado y arrepentido de no correr con mochila de hidratación, que se quedó en el maletero del coche. Tras unas decenas de metros de callejeo por Aldeanueva, el recorrido enseguida pica hacia arriba y cuando llegamos al camino de Los Cosos ya vamos en fila de uno y se ven los primeros corredores que optan por andar en lugar de correr. En esta ocasión, y contrariamente a mi costumbre, salí bastante fuerte, y me ubiqué en la parte delantera del grupo, pues una vez que abandonamos el casco urbano de Aldeanueva, resulta muy complicado ganar posiciones. Con apenas dos kilómetros recorridos la sensación de bochorno es insoportable para mí, y solo de pensar que faltan aún tres kilómetros para el primer avituallamiento empiezo a estresarme y a ser consciente de que la carrera se me va a hacer más dura de lo que pensaba. En ningún momento encuentro un ritmo cómodo, noto las piernas más pesadas de lo habitual, la boca completamente seca y la camiseta es una segunda piel totalmente empapada.

Por fin llega el ansiado momento y veo el cartelón que indica el inicio de la zona de avituallamiento, así que me paro, intento acompasar la respiración y bebo una cantidad razonable de agua, mucha menos de la que me apetecía en cualquier caso y me tomo un gel, pues voy realmente vacío. Me sienta bien la parada, y a partir de ese momento empiezo a disfrutar por primera vez en lo que va de carrera, y el sendero que rodea el charcón de agua que sirve de abastecimiento a Aldeanueva permite correr a buen ritmo. Tras un rato corriendo en solitario, durante la primera bajada con cierta dificultad técnica, alcanzo a Montse, del Tomate Running de Miajadas, y juntos hacemos varios kilómetros. Hasta ese momento, mi gran preocupación había sido el calor, pero el paso por los avituallamientos y el hecho de que apareciesen algunas nubes habían atenuado algo este hecho.
Tras la parada en el tercer y último avituallamiento empiezo a notar molestias en los dedos de los pies, algo extraño, pues las zapatillas no eran nuevas, los calcetines tampoco, y ambas prendas ya me habían acompañado durante varias carreras. Poco a poco el dolor se va haciendo más intenso, y cada zancada es un auténtico suplicio, cada vez que los dedos golpean la parte superior de la zapatilla tengo que encoger el pie de manera inconsciente. Afrontar la bajada por el Camino de las Culatas en ese estado iba a resultar particularmente tortuoso, así que me mentalizo para asumir que la parte de la carrera en la que más había disfrutado durante las ediciones anteriores y en la que más tiempo había recuperado, en esta ocasión iba a resultar la más dura.
Tocaba tirar de paciencia, frenarme para lograr que el impacto del pie contra las piedras fuese más suave y así lograr atenuar el dolor, yendo más pendiente de ceder el paso a los corredores que me iban adelantando que de ganar posiciones. A falta de unos trescientos metros para llegar al Puente de San Gregorio ya no aguanto más, me echo a un lado del sendero, me tiro al suelo y me quito las zapatillas, notando un descanso imposible de describir en estas líneas, tengo dos opciones: Retirada o continuar descalzo, tomar la pastilla azul o la pastilla roja, como en The Matrix. Obligado por las circunstancias, opto por hacerle mi particular homenaje a Bikila mientras paradójicamente disfruto de los mejores momentos desde que había tomado la salida. Cruzo la meta en 2:00:19, un tiempo para olvidar, veinte minutos más que el que logré hace dos años en esta misma prueba, pero vistas las circunstancias, eso quedaba en un discreto segundo plano, tal y como rezaba el acertado eslogan de la carrera este año: "La meta se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado; un esfuerzo total es una victoria completa".

Nos vemos corriendo. 

lunes, 3 de abril de 2017

III Carrera por Montaña "El Calvario de La Zarza"

Justo una semana después de la prueba disputada en Arroyomolinos de Montánchez tocaba poner rumbo al corazón de la provincia de Badajoz, a la localidad de La Zarza, para afrontar la III Edición del Trail El Calvario, que, en esta ocasión, tendría la modalidad de contrarreloj. Nuevamente fui acompañado por Ariel, y, tras un par de despistes al volante, logramos llegar a la entrega de dorsales con apenas diez minutos de margen para recoger los mismos, cambiarnos, y hacer un ligero calentamiento por los aledaños de la salida. La salida del primer corredor estaba prevista a las 10:00 horas, Ariel saldría a las 10:02 y mi turno llegaría a las 10:24.
Así que, entre saludos, calentamiento y demás, llega el momento en el que nos llaman a la cámara de salida, cuenta regresiva y a correr. Ha sido la primera vez que disputaba una prueba contrarreloj, por lo que todo resultaba un poco novedoso: El hecho de no salir en grupo, no tener referencias del todo válidas...Tras los primeros doscientos metros en llano, las primeras cuestas no se hacen esperar, y toca acortar zancada aún en las calles de La Zarza: La cosa prometía, y las piernas no estaban para muchos excesos tras la carrera de la Sierra de Montánchez y con solo un par de entrenos suaves durante la semana. Tras una cuesta abajo bastante pronunciada, cruzamos la carretera y afrontamos las primeras rampas serias, las que nos llevarían a la cota de Cerro Gordo, apenas sobrepasado el primer kilómetro, las cuales enlazarían con la subida al Pozo Airón, de bastante más dureza, momento en el que me veo sobrepasado por Carlos Caro, corredor del Comesuelas, que va como una moto.
Salida. Foto: Emilio Vicioso
A partir de ahí, un descenso bastante bonito entre olivares y monte bajo en el que se podía correr a buen ritmo, y que me permitió dar alcance a varios corredores que habían salido antes que yo. Tras el descenso, giro a la izquierda para afrontar el ascenso a La Calderita, en este punto podría decirse que la carrera empezaba "de verdad", hasta ahora había sido un aperitivo. Un sendero espectacular nos conduce a la parte más alta de la sierra, corono junto a Rafa Bernal, del Comesuelas, y justo detrás llega Víctor Rodríguez, a la postre, ganador de la prueba (me había tocado salir con todos los miuras detrás). Tras unos metros cresteando por la parte más alta de la sierra, iniciamos un descenso vertiginoso, aprovecho para "chupar rueda" y bajo pegado a Bernal y a un corredor del Mérida Trail, pues Víctor nos ha pasado a los tres y lleva un ritmo imposible de seguir. Al final del descenso damos alcance a un grupo de cinco corredores y llegamos al primer avituallamiento, en el kilómetro 5,4. El siguiente tramo de la carrera fue el que menos me gustó, algo más de kilómetro y medio de "falso llano", de esos que a mí particularmente me rompen el ritmo y me acaban pasando factura (ya me pasó en La Parra). Tras superar esa parte tocaba enfrentarse a la subida más exigente del día, la del Puerto de Las Hoyas.
Algo más de medio kilómetro con una pendiente del 33%, solo apto para paladares "exquisitos". Tocaba poner las manos en las rodillas, mirar al suelo y confiar en que la tortura no durase demasiado. Este ascenso me recordó muchísimo a la subida al Camorro, de Castañar de Ibor. Una vez alcanzo la cima, me giro unos segundos para contemplar las espectaculares vistas del embalse y el Castillo de Alange. A partir de ahí el descenso es vertiginoso, aunque muy peligroso; a diferencia de los senderos duros y compactos, este era de los de tierra y roca suelta, así que, tras varios amagos de "salida de pista", echo el freno de mano y empiezo a tomarme la carrera con relativa calma a partir de ese punto. Justo antes del kilómetro 8,5 está situado el segundo avituallamiento, otra breve parada y a seguir. A la altura del cartel que indicaba el kilómetro 10 veo a Ariel afrontando las rampas del Cerro Busca, que a esas alturas de carrera parecían más duras de lo que probablemente sean.
Le animo, hacemos un par de kilómetros juntos, estaría bien poder entrar juntos en meta, pero al iniciar la última subida del día, la de los Pinos de Cerro Gordo, me dice que tire, que va muerto, así que decido apretar un poco en ese último tramo de carrera, al igual que me ocurriera la semana anterior en Arroyomolinos de Montánchez, me encuentro bien, y voy a terminar con mejores sensaciones de las que imaginaba hacía no mucho tiempo. Así que en ese último kilómetro y medio logro alcanzar a tres corredores más antes de llegar de nuevo a La Zarza, un poco de callejeo, escucho nuevamente la voz de la speaker, y veo el arco de meta...tan lejos hacía un rato...tan cerca en este momento...Objetivo cumplido: Volví a correr sin cronómetro, solamente por sensaciones, con la idea de ir nuevamente terminando carreras y teniendo continuidad tras unos meses bastante duros en cuanto a lesiones que han provocado que me haya perdido varias carreras que tenía marcadas en el calendario. 

Misión cumplida. Foto: Emilio Vicioso
En cuanto a la carrera, me ha parecido espectacular; un diez para la organización, muchos voluntarios, recorrido muy bien señalizado, avituallamientos completos...Tiene un mérito increíble organizar una prueba así en una zona donde las cotas más altas apenas superan los 500 metros de altitud. Recorrido muy completo, con subidas duras, zonas técnicas, mucha piedra, mucha roca suelta y alguna zona de llaneo para los "velocistas" (a mí son las que menos me gustan...). Muy contento de haber participado en esta prueba a la que, sin duda, volveré en próximas ocasiones, y espero hacerlo en un estado de forma que me permita conseguir objetivos algo más ambiciosos.

Datos de la carrera:
Distancia: 14,3 kilómetros
Desnivel acumulado: 1.364 metros
Pendiente media: 9,4%
Pendiente máxima: 33%
Tiempo empleado: 1:52:28

Gracias a la organización y a l@s voluntari@s por un trabajo estupendo, y, por supuesto, a l@s fotógraf@s que me han "prestado" las fotos que ilustran la crónica de este modesto corredor.

Nos vemos corriendo.

miércoles, 29 de marzo de 2017

III Carrera de Montaña Sierra de Montánchez

Una año más, avanzado el mes de marzo, llegaba fiel a su cita con el Calendario de Carreras por Montaña de Extremadura la tercera edición de la Carrera Sierra de Montánchez y Tamuja, una prueba que ha ido consolidándose en el calendario y que ya es una de las fijas del circuito FEXME. Este año la principal novedad ha sido la posibilidad de elegir entre dos distancias; una prueba de 30 kilómetros que inauguraba el Circuito Trail y una de 15 kilómetros perteneciente a la Liga Extremeña de Carreras por Montaña. Tras disputar las dos primeras ediciones, este año tampoco quise faltar a la cita e hice acto de presencia en Arroyomolinos de Montánchez para disputar la prueba corta. 
El pronóstico meteorológico no era nada halagüeño, todo hacía indicar que la lluvia sería una protagonista más durante la prueba, algo que no me preocupaba en exceso, pues tras vivir un auténtico diluvio en la edición de 2016, mucha agua tendría que caer para que la cosa llegase a mayores. La salida de la carrera tuvo lugar con cierto retraso, algo poco habitual en las pruebas que organiza la FEXME, que se caracterizan por una exquisita puntualidad. Algo después de las diez de la mañana y tras la habitual cuenta atrás coreada por todos los participantes suena el bocinazo y a correr. Como es mi costumbre salgo desde la parte más atrasada del pelotón para, poco a poco, y durante el tramo urbano por las calles de Arroyomolinos, ir ganando posiciones. Una vez que abandonamos el pueblo aprovecho los metros que discurren sobre un camino bastante ancho para avivar el ritmo y adelantar a corredores que más tarde iba a ser complicado superar cuando el sendero se estrechase.
Salida. Foto: Sandra
A partir del kilómetro 2 la carrera se endurece, empiezan las primeras rampas de importancia, se ven los primeros corredores andando, y aprovecho para ganar alguna posición más, pues aún puedo permitirme correr. Esta primera parte de la carrera discurre por lo que en las dos ediciones anteriores fue la parte final, y la zona de lanchas volvió a hacer de las suyas, pues la lluvia las había convertido en una auténtica pista de patinaje que hizo que más de uno probase el suelo. Decidí correr sin cronómetro, sin gps, simplemente correr por sensaciones, y estas eran realmente buenas hasta ese momento, así que casi sin darnos cuenta nos plantamos en el primer avituallamiento, breve parada y a seguir. Tras superar un pequeño repecho, ya estábamos cerca de Montánchez, y tras un precioso descenso por un sendero sin apenas dificultad entramos en el casco urbano de Montánchez, donde cambiamos el barro y la hierba por el cemento y volvemos a andar, pues el tramo de "callejeo" es realmente exigente. Tras una breve incursión por la parte más alta del pueblo salimos del mismo para volver al encuentro de los senderos. Durante la subida me había enganchado a un grupo con un ritmo bastante vivo que, a la postre, iban a ser mis compañeros de "aventuras" durante el resto de la carrera. Somos cinco en total, 3 chicos y dos chicas, las cuales en ese momento eran la 2ª y 3ª clasificadas.
Senda de Los Molinos. Foto: Sandra
Un rato después de abandonar Montánchez empiezo a preocuparme, pues hace ya unos minutos que no veo ninguna baliza, hecho que le comento al corredor que me precede, que me responde que no me preocupe, que conoce el recorrido y vamos bien. No me convence su respuesta en absoluto, algo me dice que vamos mal, pero el grupo va decidido afrontando la última rampa y a nadie parece preocuparle la situación. En estas una de las chicas se gira y dice que vamos mal, que su gps le marca el kilómetro 11,2 y el avituallamiento estaba poco después del kilómetro 10, avituallamiento que, obviamente, no habíamos pasado. Paramos unos segundos, hablamos, sopesamos si es mejor volver a Montánchez o iniciar la bajada siguiendo el erróneo itinerario que habíamos seguido hasta ese momento, y finalmente decidimos continuar. Tras recorrer varios cientos de metros seguimos sin ver balizas, ni corredores, ni miembros de la organización, pero tras varios giros el sendero nos lleva a un cruce de caminos, justo al molino situado antes de la subida a La Vaqueriza, que este año no se subía.
Foto: Sandra
Vemos a varios corredores que bajan por un sendero a nuestra izquierda para iniciar la bajada final, dejando a la derecha la garganta de Los Molinos. Una de las compañeras se pone nerviosa, sabedora de que su pódium está en peligro, si no perdido ya, y empieza un descenso vertiginoso, así que aprovecho para seguirla, pisar donde pisa, girar donde gira, hacer de "chuparueda", por usar el argot ciclista, y, de esta forma, dejamos atrás al resto del grupo mientras nos quitamos de encima a varios corredores más. En este último tramo de la carrera me encuentro realmente bien, aprovechando que bajo mucho mejor que subo gano varias posiciones más antes de volver al casco urbano de Arroyomolinos, y empiezo a ser consciente de que hubiese acabado con un sabor de boca aún mejor de no ser por el kilómetro extra que habíamos recorrido debido al error que provocó que nos saliéramos del itinerario marcado. De todas formas, acabé con muy buenas sensaciones, con un tiempo de 1:42:44, con un botín de 32 puntos de cara a la clasificación general de la Liga FEXME, y, lo que es más importante, sin ninguna molestia tras varios meses de penurias físicas, y con la sensación de que hay margen de mejora. 

Concluyendo, por tercer año consecutivo ha sido un lujo poder formar parte de esta prueba que, como dije tras su primera edición, acabará siendo una de las carreras de referencia del circuito FEXME. Un gran trabajo de la organización en los meses previos limpiando el monte, diseñando el recorrido y organizando quedadas previas para conocer el itinerario de la prueba. Y por supuesto, no me olvido de l@s fotógraf@s ni de l@s voluntari@s, quienes tuvieron que aguantar estoicamente un día bastante desapacible para que todos disfrutásemos de nuestra pasión. 

Nos vemos corriendo.

martes, 24 de enero de 2017

II Trail Sierra María Andrés, La Parra. Vover a empezar.

Domingo. 8:00 h. de la mañana. Apenas 1ºC de temperatura marcaba el termómetro del coche cuando emprendimos viaje hacia la localidad pacense de La Parra.  No hacía falta consultar el termómetro, bastaba con mirar por la ventanilla y contemplar la dehesa extremeña totalmente helada. Más allá del llano, la Sierra de María Andrés, que presta su nombre al Trail de La Parra, que con mucho esfuerzo apenas supera los 600 metros de altitud. ¿Se puede celebrar una carrera de montaña cuando hablamos de esas altitudes tan "modestas"? Claro que se puede, en Extremadura tenemos varios ejemplos, y La Parra es uno de ellos. Llegamos temprano, con bastante margen, como es habitual, con tiempo suficiente para tomar un café, charlar con los amigos y conocidos, recoger los dorsales, y cumplir con la liturgia habitual en los momentos previos a la salida de cada carrera.
Perfil del Trail Corto
Tras las fotos de rigor, caliento un poco mientras charlo con mi amigo Abel Matamoros, al que hacía muchísimo que no veía, y comentamos nuestros respectivos estados de forma (el suyo mucho mejor que el mío, como posteriormente reflejaría la clasificación). Llegaba a esta prueba tras un parón de mes y medio a causa de un esguince, un proceso gripal, y los clásicos excesos navideños, con apenas seis entrenos y 40 kilómetros acumulados en el último mes; con esos mimbres tendríamos que hacer el cesto.
Por tanto, el objetivo estaba más que claro: simplemente terminar. A las 10:00 h., con la habitual puntualidad de las carreras FEXME, suena el bocinazo y a correr. Una vez superados los momentos de euforia iniciales tras la salida, me recuerdo a mí mismo mi estado físico, así que corro con el freno de mano echado para no cometer excesos que pudiera pagar más adelante.
Sección de trail del Club Atletismo Badajoz
Tras los primeros metros por el casco urbano de La Parra nos adentramos en plena dehesa para seguir llaneando hasta el  kilómetro 4, punto en el cuál la carrera da un brusco cambio y toca acortar zancada y caminar para afrontar la primera y más dura subida del día. Una vez coronado este primer repecho, afrontamos una bajada progresiva, sin apenas dificultad y que durante varios kilómetros permitía correr a buen ritmo. En ese momento es cuando más noté mi bajo estado de forma, pues a pesar de intentar acelerar y ganar algún puesto en zonas prácticamente llanas, resultó del todo imposible. La segunda subida era mucho más progresiva y asequible, pudiendo realizarse corriendo en su totalidad. Una vez salvado el segundo escollo del día llegó la sorpresa: Bajada muy repentina debido al desnivel y al estado del terreno, completamente helado en algunas zonas, pues corríamos por la parte umbría de la sierra.
Con Ariel, Guille, Alberto y Abel
 Visto lo visto, tocaba tirar de prudencia, y a pesar de que mi tobillo vuelve a estar en perfectas condiciones, no era cuestión de tentar a la suerte, así que me repetía una y otra vez como un mantra que lo importante era acabar, y acabar sano. Superada la peligrosa bajada tocaba encarar los últimos kilómetros en los que aún quedaba algún repecho de poca importancia pero que, debido a mi estado físico, me costó superar más de lo que hubiera deseado. Un discreto tiempo final de 1:38:55 y la satisfacción de volver a ponerme un dorsal y cruzar una línea de meta fue lo más positivo en lo personal. En lo colectivo, muy contento porque la sección de trail del Club Atletismo Badajoz echó a andar de manera oficial en una prueba federada y porque mi compañero de club Floren Encinas acabó tercero de la general. Sin duda un gran comienzo, y esto solo es el principio, lo mejor está por llegar.

Nos vemos corriendo.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Calendario de Carreras por Montaña 2017 Extremadura

Como viene ocurriendo cuando se aproxima el final de año, la temporada de carreras de montaña en Extremadura llega a su fin y, apenas demos la bienvenida al nuevo año, estaremos inmersos en la nueva temporada, que en 2017 es particularmente madrugadora. Se acaba este 2016 que no ha sido especialmente bueno para mí, pues entre lesiones, baja forma y algún que otro contratiempo, ha dejado bastante que desear en cuanto a participación en número de carreras y rendimiento en las mismas. A estas alturas de año solo cabe cerrar la temporada 2016 de la mejor forma posible, que será tomando parte en la Carrera por Montaña El Pocito el próximo 18 de diciembre.
 Mientras tanto, la Federación Extremeña de Montaña y Escalada ha publicado el calendario de carreras de 2017, que viene cargado de novedades, así que empezad a reservar días en la agenda para el año que viene. El pistoletazo de salida tendrá lugar el próximo 22 de enero en la localidad pacense de La Parra, con el II Trail Sierra de María Andrés, una de las novedades del calendario, una prueba de casi 24 kms. en un entorno de media montaña que será un escenario perfecto para abrir la temporada e inaugurar la Liga Extremeña de Carreras por Montaña. La siguiente cita será el sábado 11 de febrero con otra de las novedades; en esta ocasión se trata del Trail de Montehermoso, que abrirá el circuito de carreras nocturnas, que este año consta de cinco pruebas: Montehermoso, Cáceres, Serradilla, Portezuelo y Montánchez (otra de las novedades). El 26 de febrero se disputará la primera prueba perteneciente a la Copa de Extremadura, y no podría ser mejor el inicio, que tendrá lugar en Guadalupe, con el regreso al calendario FEXME de una carrera clásica en un entorno privilegiado; 26 kms. y 1.300 m. de desnivel que harán las delicias de todo aquel que se de cita en Guadalupe.
 Daremos la bienvenida al mes de marzo con la segunda prueba de la Liga Extremeña, la clásica Subida al Camorro en Castañar de Ibor. El 19 de marzo tendremos doble cita con la montaña, será en la Sierra de Montánchez, con la I Mini Carrera Sierra de Montánchez (15 kms.) y con la prueba reina, la I Carrera por Montaña Sierra de Montánchez, 30 kms. de diversión que servirán para poner en marcha el Circuito Trail. A las clásicas citas anuales conocidas por todos, La Pencona en Aldeanueva de la Vera, las varias distancias del Trail Artesanos en Torrejoncillo, la Carrera contra el Crono Asperillas o la siempre espectacular y bellísima Subida a los Campanarios en Casas del Monte, se unen este año otras pruebas a priori, con muchísimo interés, como el I Kilómetro Vertical Pencón (Aldeanueva de la Vera), la Carrera por Montaña Deportes Parra de Hervás o la I Carrera por Montaña Sierra de Orellana, cuyo trazado de 34 kms. promete ser una de las grandes sorpresas de 2017. Más información y el calendario completo en http://fexme.com/.

Nos vemos corriendo.

lunes, 17 de octubre de 2016

XVI Media Maratón Virgen de las Cruces

Hay una especie de ritual que vengo repitiendo cada mes de octubre. Da igual que llueva, haga sol o viento...la cita con la Media Maratón de Don Benito es una fecha marcada por defecto en mi calendario. A pesar de que el idilio con esta carrera dura ya bastante tiempo, se trata de un amor no correspondido, pues siempre acabo con un sabor agridulce. Si bien en otras ediciones la he preparado bien y he llegado en una forma física aceptable, este año no ha sido el caso, por tanto, el sufrimiento de la carrera no ha sido una sorpresa.
Escuadra blanquinegra
 Llego a la Plaza de España de Don Benito sobre las 9:30 h., con bastante tiempo para recoger el dorsal y cambiarme sin agobios, y a esa hora aún no había mucho ambiente. Tras la recogida de dorsal y algún que otro saludo, caliento un poco y me dirijo al arco de salida. Allí me encuentro con mis compañeros del Club Atletismo Badajoz Manolo "Bittácora", Lolo Sache, y Abel. Foto de rigor, intercambio de opiniones sobre la dureza de esta media maratón y a correr. Como es habitual me lo tomo con bastante calma, y en esta ocasión con más motivo, pues iba muy corto de entrenamientos y no era cuestión de hacer locuras. Ese hecho, unido a la "alegría" con la que el personal se tomó la salida, hicieron que pronto me quedase en la parte más atrasada del pelotón. En estas veo a Zsuzanna Brezovai y a una de sus compañeras del Atletismo Santa Marta, así que decido engancharme a ellas y "chupar rueda", pues Zsuzanna siempre es una buena referencia. Hago con ellas el primer tercio de carrera, pero pasado el kilómetro 7 me descuelgo, pues voy un poco justo y noto que ellas van de menos a más. Ese iba a ser el primer momento malo de la carrera. Tras el paso por la ermita, que este año se realizaba por el interior del recinto (todo un acierto en mi opinión), acelero un poco y tengo las mejores sensaciones en carrera. Enseguida empiezo a remontar posiciones y logro hacer tres kilómetros a 4:15, cosa que me ilusiona bastante, pues las sensaciones son buenas y parece que la "pájara" que sufrí hacía solo un rato ya es historia. Pero sobre el kilómetro 14 empiezo a notar como las fuerzas me abandonan, noto esa pesadez en las piernas y esa sensación de vacío que más de un corredor habrá tenido en alguna ocasión.
Salida. Foto: Sánchez-Miranda
Así que tocaba ser conservador, levantar el pie y olvidarse de remontadas y buenas sensaciones. Poco a poco van cayendo los kilómetros, Don Benito se ve cada vez más cerca y a pesar de lo justo que voy y de que no tengo buenas sensaciones, voy ganando algunas posiciones, lo cuál me sorprende, pero esta carrera es engañosa y suele hacerse muy larga si no vas bien preparado o te tomas la primera parte con demasiadas alegrías. En el kilómetro 19 me da un pinchazo y el gemelo de la pierna derecha se me sube, lo cuál me obliga a hacer unos metros andando; recupero y me engancho de nuevo a la carrera, afrontamos el segundo paso por la Ermita de San Sebastián, y esa cuesta hace estragos en más de uno a esas alturas de carrera, y no son pocos los que optan por subir andando, cosa que aprovecho para ganar algunas posiciones más.
Paso Ermita San Sebastián. Foto: Ser Vegas Altas
Tras el paso por la citada ermita, bajada pronunciada, un par de curvas y a por el último kilómetro. Los últimos 500 metros los hago prácticamente andando, completamente acalambrado, acordándome de todos los entrenos que dejé de hacer para llegar en mejores condiciones. 1 hora, 45 minutos y 50 segundos, ese fue el parte de guerra. Este año el trazado de la carrera tenía algunas novedades. En mi opinión es un acierto el hecho de haber aumentado los kilómetros por el casco urbano de Don Benito, y eso que la zona de toboganes de Doña Blanca por la que se pasaba en ediciones anteriores me encantaba, pero reconozco que para muchos era un calvario y rompía el ritmo de aquellos que aspiraban a hacer buenas marcas. El doble paso por la Ermita de San Sebastián es todo un acierto, aunque en mi opinión el primero se hace demasiado pronto, y sin tiempo de haber entrado en calor para afrontar la exigente cuesta.
Meta. Foto: Sánchez-Miranda
Por lo demás, la organización de la carrera perfecta: El trato a los corredores antes, durante y después de la misma me pareció espectacular, sobresaliente. La bolsa del corredor y los servicios y atenciones una vez finalizada la carrera fueron de diez. Creo que esos detalles son los que diferencian a una gran carrera de una carrera del montón. Enhorabuena al Club Maratón Vegas Altas porque lo han bordado. Nos veremos en 2017.

Nos vemos corriendo.

jueves, 7 de julio de 2016

Gloria a los héroes

En menos de un mes dará comienzo el acontecimiento deportivo por antonomasia, los Juegos Olímpicos. Una cita en la que cada cuatro años confluyen muchas disciplinas deportivas, y que constituye un ejemplo de convivencia y disfrute entre seres humanos venidos desde distintos lugares. Un acontecimiento deportivo donde se impone la famosa máxima de "lo importante es participar" y el hecho de estar allí ya es un premio. Bueno, todo eso es la teoría, la realidad es bien distinta. La realidad viene marcada por una enfermedad que tenemos incubada desde hace mucho tiempo y para la que aún no se ha encontrado un remedio: La  medallitis.
Joel González en plena acción
Esta enfermedad la sufren millones de españoles, muchos de ellos no saben ni siquiera que la tienen. Los síntomas aparecen cada cuatro años, coincidiendo con la disputa de las Olimpiadas, y pueden llevar al enfermo a paralizarse frente al televisor a horas intempestivas para contemplar disciplinas deportivas cuya existencia desconocía apenas unas semanas antes. En lugar de picores, sarpullidos, estornudos o fiebre, esta enfermedad se manifiesta a través del bádminton, aguas bravas, esgrima o tiro con arco. Pero todas sus manifestaciones tienen algo en común: un compatriota con opciones de subir al pódium en su disciplina, sea la que sea. En septiembre de 1988, durante las Olimpiadas de Seúl, descubrí un deporte maravilloso que, años después, durante mi etapa universitaria tuve ocasión de practicar: el taekwondo. En el verano de 2012, y a pesar de no practicar ya este deporte, no me perdí ni uno solo de los combates que retransmitió Teledeporte. Durante uno de ellos, pude escuchar en primera persona algún síntoma de la medallitis de la que hablo, pues las ventanas abiertas para combatir el calor permitían que entrasen gritos de ánimo por parte de algunos vecinos emocionados que estaban siguiendo en directo el combate de Joel González por la medalla de oro que finalmente consiguió.
Me alegré de que este evento despertase interés en mi comunidad de vecinos, y me pregunté cuantos de ellos habrían visto los combates previos hasta llegar a la final, cuantos sabrían un mes antes quién era Joel González, cuantos conocerían su impresionante curriculum deportivo. El próximo 22 de agosto, cuando todo haya terminado y la Olimpiada de Río de Janeiro sea historia, algunos deportistas españoles llegarán al aeropuerto de Barajas o de El Prat con una presea colgada del cuello, serán recibidos entre flashes, micrófonos y aplausos, como le ocurrió a Joel hace cuatro años. Otros, la mayoría, llegarán de forma anónima, esperarán en la cinta de equipajes para recoger su maleta y pedirán un taxi que les lleve a casa. Estos últimos también habrán entrenado de manera espartana, habrán renunciado a muchos privilegios, habrán dejado de pasar mucho tiempo con sus familias, habrán renunciado a muchas horas de sueño, habrán hecho auténticos equilibrios para compatibilizar su pasión deportiva que, en muchos casos, no les permite vivir, con un trabajo remunerado que les permita llegar a fin de mes, seguir entrenando duro para, si hay suerte, dentro de cuatro años, volver por el "lado bueno" del aeropuerto. Dicen que del segundo no se acuerda nadie, incluso mi admirado Cholo Simeone lo dijo tras caer en Milán; no estoy de acuerdo en absoluto, no es más que una forma más de instrumentalizar el deporte como ocurre en otros aspectos de la vida, éxito a cualquier precio, éxito por encima de todo, éxito sin importar la forma, el método o las sustancias para alcanzarlo. No se trata de hacer apología de la derrota ni muchísimo menos, pero valga un ejemplo:
Reyes sin corona
En los mundiales de fútbol de 1974 y 1978, las selecciones anfitrionas, Alemania y Argentina, levantaron el preciado trofeo, pero cuarenta años después, todos recordamos a la "Naranja Mecánica", la Holanda de Cruyff, Neeskens o Ruud Krol, ¿acaso hay una victoria mayor que esa? A veces la meta nos impide disfrutar del recorrido, una carrera deportiva es mucho más que cruzar una línea de meta, levantar un trofeo o colgarte una medalla, es una forma de entender la vida, es una filosofía, es una manera de afrontar la existencia. Si sólo pensamos en términos finalistas, corremos el riesgo de que el fin justifique los medios, y los medios ya sabemos que a veces no son ni los más limpios ni los más lícitos. El próximo 22 de agosto, cuando todo haya terminado, independientemente de si llevan medallas colgadas al cuello o no, independientemente de si les habéis visto llorar de emoción en lo más alto del pódium mientras suena el himno nacional o si les habéis visto caer a las primeras de cambio, otorgadles a todos los que nos representarán en Río de Janeiro el mejor de los premios. Cuando llegue el día 22 de agosto, no les olvidéis.

Nos vemos corriendo.